A veces te dicen algo que cambia por completo tu percepción de una cosa. Como que el comino huele a sobaco. Se produce
una especie de efecto revelación que hace que, a partir de ese punto de
inflexión, no puedas seguir viéndola como antes. Desde ese momento no puedes
oler el comino sin percibir un desagradable olor a sudor rancio.
A él le pasó eso mismo. El comino seguía siendo
la misma especia exótica que antes aderezara sus platos, dándole ese toque especial
al hummus que tanto le gustaba. El comino no había cambiado, pero desde que le
dijeron que olía a sobaco, no pudo volver a probarlo.
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