Efectivamente, se ha terminado un año y, como corresponde, toca hacer balance y reflexionar un poco... sobre lo que queda atrás, pero también sobre lo que nos aguarda. Ilusión.
Tengo la suerte de poder afirmar que el año que termina ha sido un gran año. Ha cabido de todo en él. En este año he construido, por ejemplo, un hogar; he llorado y he reído, mucho, hasta que dolían los abdominales; he aprendido (de fotografía, de astronomía, de cocina, de los demás...); he cantado, también mucho, en bodas y karaokes; he conocido a grandes personas, hoy amigos imprescindibles; he paseado por los rincones olvidados de Granada, de sus pueblos, de su sierra; he descubierto nuevas facetas del amor, caras distintas y amables que ya llevo conmigo, para siempre; he viajado, al paraíso tropical en febrero, a Centroeuropa en marzo, al norte de la península en junio y al sur de Portugal, en agosto, y a Escocia como colofón y despedida de este año mágico.
Y, por supuesto, he crecido. Un año más, orgullosa de seguir caminando junto a toda la gente a la que he elegido para estar a mi lado, o que tengo la fortuna de que me haya elegido a mí... cada día un poco más feliz, cada día un poco más yo.
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